martes, 25 de junio de 2013

TALLER DE LOS DIABLOS DANZANTES


 23 de junio. En la víspera de Corpus Christi, el miércoles, cada uno debe dirigirse a media mañana hacia la parte más alta de la población, el Cerro Colorado, vestirse en ese lugar y esperar el llamado de la “caja”, que será ejecutada por un integrante de los diablos identificado como El Cajero. Éste usa la vestimenta de la cofradía pero no cuenta con implementos como campanario ni máscara, sólo el instrumento de percusión.Al escuchar el toque de llamado, todos los diablos emprenden la bajada del cerro para acudir al sitio donde se encuentra el cajero. Al llegar al lugar y para rendir culto, se ubican al frente de la iglesia, que debe permanecer con la puerta cerrada. “No todos danzan por promesas. Hay gente que se suma a la cofradía por seguir la tradición”. Las danzadas representan gran valor religioso, espiritual y familiar, pues es un tradición que va de generación en generación.Actualmente, la cofradía de los Diablos Danzantes de Naiguatá cuenta con 1.700 diablos, entre niños, hombres, mujeres y ancianos. “De chamos recuerdo que eramos poquitos los que danzábamos (…); ahora ve la cantidad de diablos”, expresa. Cada noveno jueves, después del Jueves Santo, se lleva a cabo esta tradición que se práctica no sólo en el estado Vargas sino también en otros entidades del país como: Miranda, Aragua, Cojedes y Carabobo.Mientras los Diablos Danzantes de Naiguatá recorren las calles del poblado, se realizan los preparativos de los altares, ornamentados por algunas familias, para recibir en la noche la procesión que llevará la custodia como representación del Santísimo Sacramento.A las 6:00 de la tarde es la hora precisa para dar paso a la procesión en compañía del párroco de la iglesia, quien lleva en sus manos la custodia del Santísimo. Durante este acto, se visitan los siete altares ubicados en distintos lugares de su ruta. Una vez iniciada la procesión los diablos jamás darán el frente a ninguna figura ni símbolo religioso, por ello permanecen rezagados y distantes de la misma.Una vez realizado el recorrido de la procesión por las calles del pueblo y de regreso a la iglesia, el párroco procede a guardar la custodia en el templo, señal de que el acto religioso ha finalizado. Los Diablos Danzantes realizan frente al templo religioso su última danzada del año. Todos bailan hasta agotar el último aliento que les queda. Es así como se despiden de la manifestación hasta el próximo jueves de Corpus Christi, unos para arrodillarse ante el Santísimo Sacramento del Altar en agradecimiento a los favores recibidos, y otros en honor a la tradición.Este taller fue organizado por la profesora de folklore Francis Rodrigues.




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